viernes, 15 de abril de 2011

La perpetua guerra de la sociedad

“El destino de nuestros tiempos está caracterizado por el racionalismo e intelectualismo y, sobre todas las cosas, por el desencanto con el mundo.”
- Max Weber


No puede hablarse de la sociedad actual sin tropezar con el desencanto, ni siquiera aunque se intente. Las mujeres de hoy en día no están contentas con su aspecto porque quieren parecerse a las modelos de las revistas, a los hombres les gustaría tener los músculos de los actores de las películas o por qué no, sus coches de lujo e incluso los más jóvenes están desconformes porque su vida no es tan emocionante como la de los protagonistas de series como Fringe o Física o Química.

La sociedad se rige por desigualdades. El pobre trabaja para ser rico y el rico lo hace para ser todavía más rico, ésa es la premisa del capitalismo, al fin y al cabo. Eso es lo que mueve la economía. Pero, ¿dónde nace el deseo del pobre por ser rico? ¿Qué es lo que le empuja a anhelar un determinado estilo de vida ciertamente elevado, incluso no siendo pobre? La respuesta es tan fácil que incluso puede parecer cliché: la publicidad.

Es la publicidad la que muestra a chicas de talla 90-60-90 poniendo la lavadora, o echándose unas gotas de perfume; la que hace creer a las mujeres de hoy en día de que deben tener una talla 36 y saber cómo complacer a su marido para ser bellas. Es mucho más fácil trabajar con el estereotipo de la mujer en los anuncios, pero no es un caso exclusivo. Sobra decir que también existen estereotipos en la figura hombre, de la misma manera en que no es únicamente la publicidad la que ayuda a crearlos. Tanto el cine como la moda ayudan y pueden resultar igualmente decisivos, pero siendo éste un blog sobre los estereotipos en la publicidad, resultaría contraproducente centrarse en cualquier otra cosa.


¿Podría decirse, pues, que la sociedad vive en un estado de conflicto permanente? Sí, por qué no. La sociedad se mueve, intenta adaptarse, a veces deja de gustarse a sí misma y es entonces cuando cambia. Es un proceso largo y costoso, pero no imposible. Los estereotipos la ayudan a cambiar y al mismo tiempo cambian con ella, la empujan y la frenan, por paradójico que suene. Fueron los estereotipos publicitarios los que decían a niños y niñas que unos debían jugar con coches y las otras con muñecas, y años después, cuando esta visión quedó obsoleta, esos mismos anuncios mostraban a ambos compartiendo juguetes.

En otras palabras, la sociedad vive en conflicto porque ella misma se impone estereotipos desde las altas esferas y después intenta luchar contra ellos, contra la imagen injusta de la mujer casi anoréxica y el machismo en la televisión. Resulta adecuado, pues, usar una cita de Weber para abrir este pequeño ensayo y cerrarlo diciendo que es su teoría del conflicto la que más se nos ajusta, la no crítica, la que ve la sociedad como un ente que respira y evoluciona y por tanto, tiene posibilidad de recuperarse, que vive lucha permanente consigo mismo y se regula a través de normas y valores. Ésta es la visión optimista que es necesario tener en mente: por duras que puedan parecer las cosas, siempre existirá la posibilidad del cambio a mejor, del equilibrio. Es ese equilibrio el que intentan preservar asociaciones como Autocontrol, y por el que merece la pena seguir luchando. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario