"El mundo se divide en dos categorías: los que tienen el revólver cargado y los que cavan. Tú cavas".
El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966)
Nadie puede negar que con estas palabras y un cigarro en la boca Clint Eastwood saltó a la fama como uno de los tipos más duros de la historia del cine. Pero no fue el único, otros actores como Humphrey Bogart en Casablanca, Steve McQueen y Yul Brynner en Los Siete Magníficos, Cary Grant en Con la muerte en los talones, James Dean en Rebelde sin causa o Sean Connery en James Bond tienen algo más en común que su dureza legendaria, una permanente nube de humo a su alrededor y sin la cual la rudeza que transmitía el personaje no hubiese sido la misma.
Y, como siempre, la publicidad ha estado ahí para darse cuenta del fenómeno que se estaba originando. Una de las marcas que más provecho le sacó fue Marlboro con sus cigarrillos con filtro. En un principio ese tipo de cigarros era para la mujeres, puesto que los hombres fumaban en pipa, puros, cigarros sin filtro o simplemente mascaban el tabaco, por lo que Marlboro buscaba la forma de hacerlos llegar también a los hombres. Para realizar la campaña los publicistas tiraron de la imagen más destacada de la América de aquella época, el rudo vaquero, y le añadieron el cigarro con filtro, creando así al “Hombre Marlboro”, un hombre rebelde, duro y trasgresor. El resultado fue mucho más que favorable, la tendencia de los hombres americanos cambió y con ellos, como no, la del resto del mundo.
De esta forma, gracias a la publicidad, sobre los años 50 se empieza a relacionar la imagen del tipo duro con el consumo del tabaco, creándose así uno de los estereotipos más destacados que dio la vuelta al mundo. Tanto fue así que en 2006 Allan Lazar, Dan Karlan y Jeremy Slater catalogaron al “ Hombre Marlboro” en el primer puesto en su libro "Las 101 Personas más influyentes Que Nunca Han Vivido".
Y es que los años 50 destacaron por la masiva publicidad que se hizo del tabaco. Camel también trató de beneficiarse de esta tendencia y utilizó al conocido cowboy John Wayne para su publicidad con la frase “Fumar Camel es un placer”. Otro gigante de la publicidad fue sin duda la marca Winston. Sus publicistas utilizaron el estereotipo pero dándole un nuevo giro que resultó ser todo un éxito para su campaña “El genuino sabor americano”, la cual tendría una gran repercusión en la sociedad americana. En lugar de relacionar el tabaco con el vaquero, más sucio y zarrapastroso, quiso darle un toque de estilismo. Así, en sus anuncios buscó personajes como Elvis Presley, reconocido por su escandalosa rebeldía pero que transmitía una imagen más cuidada. Éste es pues el origen de la imagen de “chico malo” que todavía hoy persiste.
Parece de locos creer que un spot de 20 segundos pueda influir en la mente de los consumidores, pero el hecho es que gracias a esta imagen de tipo duro las ventas de tabaco aumentaron y los fumadores se multiplicaron, consolidando el estereotipo de tal forma que ellos fumaban para sentirse duros y machos y ellas tenían un nuevo prototipo de hombre. Ya no se enamoraban del actor, si siquiera de su físico, sino de su carácter, ese carácter rebelde de James Dean que tanto furor causó entre en público femenino en los años 50. Ahora amaban a un estereotipo, el “chico malo”.